LES CARILLONS
Sexto Ciclo de Música Antigua para
Jóvenes intérpretes de Caja San Fernando.
Componentes: Nora Miranda, soprano; José Acevedo, flauta dulce; Rodrigo Díaz. Tiorba; Cristian Gutiérrez, guitarra; Ventura Rico, viola da gamba.
Director: Rodrigo Díaz.
Programa: Fiesta Barroca. Lugar: Iglesia de San Luis.
Fecha: Viernes 13 de mayo. Aforo: Lleno.
PABLO J. VAYON
Con el Violagambista Ventura Rico como invitado se presentó en Sevilla e1 conjunto Les Carillons, formado en el Departamento de Música de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, y lo hizo causando un impacto notable entre los habituales a este ciclo, que se ha convertido, en su sexta temporada, en imprescindible dentro de la Vida cultural sevillana.
El programa trazaba un recorrido por música originada en el Imperio Español en el siglo XVII, tanto en la Península como en el reino de Nápoles y en América. Proliferaron las piezas vocales (tonos humanos, canciones, villancicos de las reducciones bolivianas y peruanas…) que canto de forma extraordinaria Nora Miranda, voz cálida, efusiva, sensual, con una emisión de una claridad exquisita, magníficamente afinada y colocada siempre, atenta a lo más nimios matices prosódicos y expresivos, que contrastó de forma soberbia: así, el tono melancólico y dulce de “Ay amor, ay ausencia” de Juan Hidalgo o de “Ojos pues me desdeñáis” de José Marín (convertidos en auténticos hit-parades del Barroco hispano) con el desenfado y la riqueza rítmica de los anónimos peruanos o de la “Chacona a la Vida bona” de Juan Arafiés. Admirable la claridad de su dicción.
Por suerte, parece que para este tipo de repertorio, las voces engoladas y amaneradas empiezan a pasar a mejor Vida.
En el acompañamiento se encontré con un Ventura Rico en excepcional estado de forma. Con una Viola de delicadísimo y precioso sonido, que además daba su primer concierto, el músico sevillano tocé con el buen gusto y la musicalidad acostumbrados. A su lado, el conjunto chileno se encontró cómodo y, salvo una chacona de Piccinini, muy al principio del concierto, en la que Rodrigo Díaz no acabó de encontrar el pulso justo,sus ejecuciones estuvieron dominadas por la sutileza del fraseo, la agilidad de las articulaciones y la riqueza de colorido, conseguida gracias a una hábil y bien trabajada mezcla de la viola con la cuerda pulsada y las flautas.
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