Un bocconcino di fantasia. Piezas para Tiorba
Rodrigo Díaz, tiorba
Obras de Johann Hieronymus Kapsberger, Robert de Visée, Alessandro Piccinini y Bellerofonte Castaldi.
Grabado en los Estudios Santuario Sónico, en enero de 2014
Ingeniero de sonido: Juan Pablo Quezada
Diseño y fotografías: Agencia Frutta
Producción general: Rodrigo Díaz
Colaboración: Universidad de Santiago de Chile
Rodrigo Díaz, músico formado en la cátedra de guitarra de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, bajo la guía del profesor Ernesto Quezada, encontró su camino en la música antigua. Ha obtenido importantes logros como director del celebrado conjunto Les Carillons y el Coro Madrigalista de la Universidad de Santiago. Realizó estudios especializados de tiorba en España, bajo la guía de Juan Carlos Rivera.
La tiorba, llamada originalmente chitarrone, en Italia, es una variante del laúd que surgió en los últimos años del siglo XVI y que llegó a ser un instrumento muy requerido para realizar el bajo continuo a partir del siguiente siglo. Su doble clavijero permitía una afinación mucho más grave que el laúd original. Aparte de su rol principal en la monodia acompañada, la tiorba también fue empleada, en el máximo de su potencial, como instrumento solístico por los compositores del siglo XVII que figuran en este disco, Giovanni Girolamo Kapsberger, Alessandro Piccinini, Bellerofonte Castaldi y Robert de Visée, quienes fueron, además, destacados laudistas y guitarristas.
Los músicos italianos ya citados nacieron en las últimas décadas del siglo XVI pero desarrollaron sus carreras y publicaron sus obras en la primera mitad de la centuria siguiente, adscritos a la nueva corriente musical conocida como “seconda pratica”. De Visée, en cambio, realizó su actividad en las décadas finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, principalmente en la corte de Luis XIV, y su música corresponde totalmente a un barroco plenamente desarrollado, fuertemente influenciada por los grandes maestros Lully y Couperin. Buscando el contraste de estilos, estas obras italianas y francesas están presentadas alternadamente.
El disco se inicia con tres piezas de Kapsberger –conocido como “il tedesco de la tiorba”– de su cuarta publicación para chitarrone (1644): Kapsberger, una especie de autorretrato; un animado Canario, danza muy en boga en aquel tiempo; y la Toccata X, que pese a su brevedad contiene toda la variedad de secciones típicas de esta forma, en boga en los inicios del siglo XVII. La grabación continúa con una Suite en Re Mayor de Robert de Visée, contenida en el manuscrito del conde Vaudray de Saizenay (1698) y que incluye un Prelude como apertura de los cuatro movimientos básicos de la Suite barroca: Allemande, Courante, Sarabande y Gigue. Esta misma Suite figura entre sus obras de guitarra.
Las piezas de Piccinini que siguen en el programa provienen de dos fuentes, el primer libro de chitarrone (1621) y un manuscrito de c.1631. La primera es su Toccata VI que muestra elementos modernistas y los típicos contrastes entre sus micro-secciones, incluyendo pasajes ornamentales y de arpegios. La segunda pieza se titula Colascione, un trozo extravagante que pretende imitar la sonoridad del instrumento homónimo.
Reaparece Robert de Visée con tres formidables piezas que son temas con variaciones: Chaconne y Mussette en rondeau, cerrando el grupo una adaptación de una de las celebradas piezas para clavecín de François Couperin, Les Silvayns.
Dos Toccatas de Kapsberger vienen a continuación, la Toccata prima del cuarto libro ya señalado, de características similares a las otras del disco, y la Toccata arpeggiata, de su primer libro (1604), que constituye una absoluta novedad para su tiempo, y que recorre casi todo el diapasón del instrumento, produciendo distintos colores y disonancias que van surgiendo como ondas a través de una fórmula perpetua de arpegios. Sin duda, el teórico Athanasius Kircher tuvo en mente este tipo de obras cuando se refiere al “stylus fantasticus” en su libro Musurgia Universalis.
Piccinini aparece nuevamente con dos piezas: Chiaconna in partie variate y Romanesca in partie variate, mostrándonos otros valiosos ejemplos del tratamiento de la forma tema con variaciones, que, evidentemente, nació del hábito improvisatorio de los intérpretes de esta época.
Castaldi publicó en 1622 sus Capricci a due stromenti, específicamente destinados a ser tocados por dos tiorbas, una normal y otra más pequeña, un “tiorbino” de su propia invención, según él mismo afirma. Algunos de los solos de esta colección están presentados aquí: Aurora corrente, un aire de danza de carácter sereno y delicado; Un bocconcino di fantasia, que da el título a este CD y que es un “bocadito” contrapuntístico, cuyas imitaciones lo hacen más cercano al viejo estilo renacentista; y la más novedosa Arpesca galliarda, cuyo nombre alude al empleo de pasajes de escalas en cuerdas alternadas que producen un efecto arpeado, lo que en décadas posteriores los guitarristas llamarían “campanelas”, como ya hemos anticipado.
El registro finaliza con otros arreglos de Robert de Visée, esta vez de dos imponentes interludios instrumentales de la ópera de Lully Le bourgois gentilhomme: Entrée des Espagnols y Chaconne des Harlequins.
Rodrigo Díaz toca en una tiorba de cuerdas simples, que es la modalidad más empleada desde que el instrumento reapareciera en la escena musical, en la segunda mitad del siglo XX. A lo largo de la grabación se puede apreciar su cabal entendimiento de las obras y de los distintos “afectos” que ellas quieren expresar. Su dominio técnico permite que la música fluya a través de una ejecución sólida y de gran presencia .
El ingeniero de sonido, Juan Pablo Quezada logra captar a la perfección la sonoridad del instrumento, que se proyecta con nitidez y pureza.
Tanto las fotografías que muestran al intérprete como los diseños artísticos que adornan la gráfica del disco han sido plasmados en colores donde prevalecen diversas intensidades de naranja y marrón. Habría sido deseable que el listado del repertorio, tanto en la contratapa como al interior del librillo hubiese tenido más contraste ya que el color naranja de las letras sobre un fondo sepia obliga a un esfuerzo en su lectura. Pese a este detalle, es un disco de excelente factura y al cual le auguro el éxito que merece.
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